Y pasó el puente uno largo y flojo.
Creo que es el primer post de febrero.
No sé por qué me pasa, porqué me cuesta tanto trabajo escribir lo que pienso. Tengo tanto que decir, pero no puedo hacer conexiones; es decir, me cuesta organizar las ideas, muy seguido me quedo, solo pensando en cómo escribir y que las ideas estén ordenadas. Ya que mi cerebro logra organizar y jerarquizar lo que pretendo escribir y el tema es más o menos interesante (y pasa mis filtros de autocensura), empiezo a escribir en función de quien pudiese leer el escrito y no en realidad de lo que tengo atorado en la bandeja de salida cerebral. También me pasa que me revuelvo en el ejercicio mental, por ejemplo, desarrollar la idea -me gusta como escribe fulanita-, se convierte en “me gusta leerla” para después convertirse en “me desagrada como escribo“. ¿Ven… ven cómo me pierdo? y así podría seguir y seguir… sin poder concretizar y finalizar el “me gusta como escribe porque es natural”. Pero no… ese no es el fin del retruécano mental… no… la maquinaria sigue, sigue y sigue… las dudas y las preguntas me asaltan sin que yo pueda siquiera tocar el teclado… todo se queda en esta cabecita mía… pues, si no escribo ¡chingado! como rayos puedo preguntarme si, ¿se leerá natural lo que escribo?