He decidido no enojarme. No es lo mío mantenerme indiferente a mis emociones, pero creo que no vale la pena. Son justo las pequeñas cosas las que me vuelven neurótica, las cosas buenas que parecen malas, las buenas intenciones que se quedan en el camino, las promesas mentirosas, las ilusiones desteñidas.
Heme aquí, insultada en mi inteligencia, mucha o poca, pero insultada. Insultada, usada, descuidada de mi misma, perdida, abandonada: rota. Aprieto las muelas y rechino los dientes; y estoy enojada muy enojada, pero elijo ser indiferente. Hoy es uno de “esos” días en que lo mejor es apagar el celular y ponerse a hibernar.
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Edit: El post anterior, contenía dos faltas de ortografía que ya han sido corregidas. (Creo que sí estaba muy enojada, tanto que no las noté hasta hoy). Saludos.